Manuel Alcántara: "Lo mío con Málaga ha sido un amor correspondido" [La Noticia Al Margen del día]

Manuel Alcántara cumple 85 años y propone pasear por la Plaza de la Merced: "Es el territorio de mi infancia". Siempre ha creído, como Rilke, que la patria de un hombre son sus primeros años. Pero además sospecha que "la vida es capicúa". Los recuerdos rara vez se van, pero con seguridad regresan. Por esta plaza cruzaba cada día camino del colegio de San Agustín. Por allí se recuerda con su padre de la mano. La quema del convento de la Merced -"hay cosas que un niño recuerda para siempre"- y la guerra, la posguerra de racionamientos, colas, humillaciones y tabaco de colillas. Allí jugaba a las canicas, 'un experto' de uña abollada con su bola estriada en verde y blanco. La Merced, bajo el sol de invierno, se llena de palomas y recuerdos. "Es la plaza más romántica y hermosa de Málaga".

-Cualquier persona de mi edad está llena de fantasmas queridos.

Camina despacio, ayudándose con coquetería de un bastón no demasiado útil. Bromea con sorna sobre los achaques. "Empiezo a tenerme muy preocupado". Después remata: "Tengo lo que en Málaga se llama 'una buena edad de esquela'.". Sonríe sin estridencias, con su inconfundible aire británico. A su edad disfruta de no hacer proyectos, sino de vivir cada día. "Creerse uno que está bien es una forma de estar bien". Sabe que ya puede estar contento con su 'pésima salud de hierro'. "Yo no he tomado más medicinas que las de los bares.". En la adolescencia se estiraba los pantalones bombachos para entrar en las tabernas. "A los catorce ya me saludaban los camareros desde la acera de enfrente". Siempre le gustaron las copas, pero jamás embriagarse y dar un espectáculo ridículo. Como para el poeta Omar Khayyam, ha sido una forma de estar en la vida.

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Mas allá de las novedades, la industria y el mercado editoriales, existen otros libros que se suelen dejar al margen. Aquí los abro y te cuento algo sobre ellos para que tú no te los dejes al margen.

Basilio Pozo-Durán

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